Autor: Nicolás Guillén.
Si fuera dado yo a mirar la actualidad cubana con los negros cristales que otros la miran, este artículo sería dedicado exclusivamente a pregonar, con gesto lacrimoso y frases “epatantes” (Que pretenden causar asombro o admiración. Google.) la magnitud de los problemas en cuya resolución ha sorprendido este 20 de mayo a los directores de la política en nuestro país.
Muy lejos está de mi mente tal propósito, porque criticando lo que todos critican y ajustando mi ritmo íntimo al ritmo común, caería en la vulgaridad lamentable de decir lo que todos dicen, untando con frases lloronas párrafos macizos sobre la bandera, la libertad y el escudo, cuando lo hermoso sería que todos levantásemos el escudo, mereciésemos la libertad y honrásemos la bandera.
Se dice generalmente, y ya se ha llegado a aceptar de una manera definitiva, que el cubano ha perdido en veinte años de vida republicana, (102) gran número de aquellas hermosas virtudes que hicieran volar con ígneo vuelo su fama por el mundo. Se le señalan defectos cívicos espantosos, con tanto ensañamiento y constancia que no se perdona oportunidad para maltratar al cubano, para decir mal del cubano, para anatematizar al cubano...
Cada 20 de mayo, cada 10 de octubre, cada 24 de febrero, el cubano ve
caer sobre su fatigada cabeza, una encendida lluvia de denuestos, de insultos y
de apreciaciones escandalosas respecto de su capacidad cívica y de su amor a
las cosas de la patria.
Yo creo que esas apreciaciones y esos insultos y esos denuestos son injustificados por completo. Es incierto, absolutamente falso, que el cubano sea malo o incapaz. Al menos, yo no estoy conforme con los que pregonan esa maldad y esa incapacidad.
Reconozco, ciertamente con vosotros, violentos hombres que habláis mal
del cubano, que éste muchas veces suele mirar impasible cómo prende en los
surcos fecundos la mala semilla; reconozco que más de una vez adula con
humilde ademán y boca sonriente al intruso que con gestos suaves dicta
enérgicas órdenes; reconozco que, en ciertas épocas, utiliza en beneficio
personal uno de sus más bellos derechos y, reconozco, que, en ciertas épocas,
utiliza en beneficio personal uno de sus más bellos derechos y, reconozco,
por último, que muchas veces pone tan poco cuidado en la selección de sus
dioses que más de una ocasión los ve apearse del Olimpo sin que hayan podido
realizar un solo milagro…
Pero ni aceptando todo esto, disminuye un solo átomo mi formidable adoración por el patriotismo del cubano actual. Y digo esto porque, como cualquiera puede observar, nadie como el cubano celebra las dulces fiestas de la patria tan alegre y ruidosamente… Ruidosamente sobre todo.
Cuba es el país donde más ruido patriótico se hace y, sin embargo, es
donde menos se quiere reconocer el patriotismo. Es éste
un hecho al que nunca he podido encontrar explicación, porque, ¡causa
extrañeza, en realidad, que ante un desbordamiento de chupinazos (disparo
de cohetes que señalan el comienzo de un festejo. Google.) con fines tan
altos, haya quien dude del patriotismo de los cubanos y hasta exista bajo y
repugnante mortal que lo niegue en absoluto!... Yo, creo en él. (Yo
también.)
Y sostengo la inutilidad de que al cubano se vitupere y se maltrate,
porque si cada 24 de febrero, cada 20 de mayo, cada 10 de octubre, cae sobre el
cubano una lluvia de insultos, de denuestos y de anatemas, el cubano, lo más
patrioticamente que pueda, se limitará a contestar los anatemas, los denuestos
y los insultos, con cohetes, con cohetes y con cohetes...” (Vituperar:
Criticar o censurar con dureza algo o a alguien.)
Fuente original: Tomado de Lis. Camagüey, 20 de
mayo de 1,923, Año I, Núm.14, p.3.
Tomado de: https://www.elcamaguey.org/guillen-defensa-del-cubano
El Editor ha respetado escrupulosamente el texto original. Sí ha utilizado los medios modernos,- la informática y los ordenadores-, para variar los tipos de letra, separar párrafos demasiados extensos, para el lector actual, destacar líneas que me ha parecido justo, subrayar algunas que son importantes al lector. También, se ha tomado la atribución, de agregar algunas precisiones ( ) de palabras que, actualmente tienen poco uso. Este Guillén, el de 1,923 hasta el 30, es el que me agrada, por su desenfado, pluma y verso ágil, abierto, accesible, verdadero.
Opiniones de lectores:
Acelo Miguel D'Alessandro: Por supuesto que se ajusta mucho a la realidad de la Cuba de hoy. Verónica Fernández: Qué diría Guillén si viera a este cubano de un siglo después!!!! Janet Figueredo: Maravilloso (…) podemos ajustarlo perfectamente a estos momentos. Romel Hijarrubia Zell: "Cuba es el país donde más ruido patriótico se hace y, sin embargo, es donde menos se quiere reconocer el patriotismo. Es éste un hecho al que nunca he podido encontrar explicación, porque, ¡causa extrañeza, en realidad, que ante un desbordamiento de chupinazos* con fines tan altos, haya quien dude del patriotismo de los cubanos y hasta exista bajo y repugnante mortal que lo niegue en absoluto!...", Guillén, diferencia por exclusión, el patriotismo del nacionalismo. *Chupinazos: cohetes.
El primero, integra, suma, crece en la misma proporción que conoces la Historia Verdadera de las luchas por la libertad de tu Patria. El segundo es diferenciador: yo soy bueno y tú eres malo, porque no eres "marciano" como yo. "Yo soy mejor que tú, porque soy catalán y tú español".
Claro que el cubano es patriota y ruidoso en la manifestación de su amor a la tierra que lo vio nacer y crecer. Recuerdo claramente, los 20 de mayo, desfilando ante la estatua del Apóstol en el parque que, humildemente, le fue dado en el Paseo del Prado. Recuerdo los Siete de Diciembre, honrando la memoria de todos los que murieron luchando por la libertad,- no sólo la de Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro, que murió protegiendo al Titán de Bronce, además de otros miembros de su escolta. Fue cruel y miserablemente macheteado, por la “guerrilla” española. Recuerdo los Besos de la Patria, los viernes en las escuelas públicas, dando la medalla de honor a los mejores alumnos.
Todavía recuerdo mucho más, y me apena que ese amor al terruño y sus costumbres se haya perdido, que ese ruido se haya silenciado, que el aplauso y el acatamiento sea la voz de hoy. Espero de todo corazón, aunque sin mucha esperanza de verlo, que algún día más cercano que otro, vuelva aquel ruido espontáneo, masivo, popular y patriótico. R.
Foto de Nicolás Guillén joven en el no. 580. No incluimos las fotos de Guillén y de la viejecita que aparece en la poesía de Buesa, para no alargar este blog, ya de por sí, extenso.Recomiendo leer la amplia y confiable biografía de Nicolás Guillén en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Guill%C3%A9n
(La libertad y la independencia, se conquistaron a lo largo de más de un siglo de lucha contra el coloniaje abusivo. Denigrar lo logrado con ríos de sangre y sacrificio de generaciones, es negar lo positivo de la “pseudo” independencia el 20 de Mayo de 1,902; es olvidar la Historia verdadera. La Enmienda Taff se derogó el 29 de mayo de 1,934, con la caída del tirano por la acción de los cubanos alzados contra él.
Otro tirano fue derrocado por la unión del pueblo cubano, sin distingos de grupos sociales, el 1º de enero de 1,959. No fue para crear un estado “comunista”, ni por la acción de un grupo único, aunque el principal fue el Movimiento 26 de Julio, que no era un partido político.)
Ya era muy viejecita.
[Poema - Texto completo.]
José Ángel Buesa
Ya era muy viejecita. Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.
Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.
Se fue quedando sola, sola… sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce qué soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel “hasta pronto” que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
Ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.
Fuente: https://ciudadseva.com/texto/ya-era-muy-viejecita/
En YouTube
hay más de cuatro declamadores recitando esta poesía tan hermosa, como dramática
y real.
Biografía condensada de José Ángel Buesa. “Leyendo a
Buesa. Gustavo Pérez Firmat apuesta por una relectura de José Ángel Buesa,
particularmente de su conocido “Poema del renunciamiento.” 29
comentarios.
Motejado de “poeta de choferes y cocineras” casi desde el principio de su carrera, José Ángel Buesa (1,910-1,982) ocupa un lugar de excepción en las letras cubanas.
La poesía de Buesa se aprende, pero no se estudia; se recita, pero no se cita. Aunque no es inusual que un crítico intente rescatar a un escritor del olvido, si quisiéramos reivindicar al autor de Oasis, tendríamos que hacer lo opuesto: rescatarlo de su fama.
Tan querido por sus lectores como vituperado por la crítica, Buesa (…) se da a conocer a los veintidós años con La fuga de las horas (1,932), que ya contiene uno de sus poemas más conocidos, “El hijo del sueño”. A este poemario siguen varios en rápida sucesión: (…)
Hacia 1,936 goza ya de suficiente prestigio para figurar, junto con Lezama, Eugenio Florit, Nicolás Guillén y Dulce María Loynaz, en la antología de poesía cubana compilada por Juan Ramón Jiménez. Dos años más tarde, la Academia de Arte y Letras le otorga el Premio Nacional de Literatura.
Pero no es hasta 1,943, con la publicación de Oasis, que el joven provinciano de Cruces se consagra como el bardo preferido de choferes y cocineras. Oasis pasará por diez ediciones en diez años [1]. Su continuación, Nuevo Oasis (1,949), también verá varias ediciones en poco tiempo.
Con estos dos poemarios, Buesa se incorpora a un club exclusivisimo: el de los poetas que escriben best-sellers. Hacia finales de los años 50, había vendido más de un millón de ejemplares de sus libros. Veinte años después, la cifra ha ascendido a dos millones.
Hasta la fecha, Oasis ha pasado por más de veinte ediciones que han salido a la luz en todos los rincones del mundo de habla hispana. El único libro de poesía hispanoamericana que tal vez lo supere en aceptación popular es Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, del que Oasis es heredero y rival.
A la par de su quehacer literario, Buesa desarrolló una exitosa carrera
en la radio y la televisión cubanas. El autor del “Poema de la culpa”
también lo fue de Raffles, el ladrón de las manos de seda, Míster Chang; El
capitán Buena Suerte y otras populares novelas radiales.
En 1,942, fue seleccionado como el director de programas radiales más
destacado del año. Más adelante, fichado con exclusividad por la
CMQ, dirigió un programa dominical (Oasis), en el que se leían
versos suyos y de otros poetas “neo románticos”, como Alberto Baeza Flores y
Carilda Oliver Labra [2].
Además, era frecuente colaborador de Vanidades, Bohemia, Diario de la Marina y otras publicaciones habaneras. En 1,953, la publicación en Bohemia de “Carta a Usted” [3], una epístola donde —en elegantes pareados alejandrinos— el poeta destripa a la amante que lo dejó por otro, suscitó réplicas y contrarreplicas que duraron varios meses [4].
Durante muchos años, los poemas de Buesa fueron parte principal en los
recitales y las grabaciones de Jorge Guerrero, Otto Sirgo, Arturo Artalejo y
otros declamadores, y se dice que el primer poema recitado en la televisión
cubana fue el “Poema del renunciamiento”, en voz de Mario Barral [5]. La
cantante puertorriqueña Myrta Silva les puso música a varios textos de Oasis,
lo que también hicieron varios compositores cubanos, entre ellos Margarita
Lecuona.
En su libro de memorias, Año bisiesto (1,981) [6], Buesa
relata un encuentro —o, más bien, encontronazo— que tuvo en La Habana con
“cierto poeta perteneciente a un grupo versolibrista y hermético” (p. 13).
Aunque no da su nombre, no cabe duda de que se trata de un miembro del
grupo Orígenes, frecuente blanco de la mordacidad de Buesa, para quien
Lezama y sus discípulos, al usar la tinta como una estrategia de
ocultamiento*, desempeñaban “la cátedra del calamar” [7]. [*
Homosexualismo, posiciones políticas contrarias al proceso social vigente, etc.]
Después de saludarlo fríamente, el anónimo versolibrista le dice al autor de Oasis: “Tal vez tú mismo no te das cuenta, Buesa, del daño que le estás haciendo a la poesía cubana” [8]. Esta actitud, en la que el desdén acaso se confunde con la envidia, se extiende a los pocos comentarios de la crítica especializada durante los años 50.
En Cincuenta
años de poesía cubana (1,902-1,952) [9], Cintio Vitier señala su
“lirismo amoroso de musicalidad fácil y temática monocorde” y anota la
influencia del primer Neruda.
En La poesía contemporánea en Cuba, Roberto Fernández Retamar
afirma que Buesa “ha preferido el número a la calidad, y prodigado sin mucha
vigilancia sus dotes de poeta” [10].
Para Max Henríquez Ureña, Buesa es “la figura más popular y
conocida del grupo de los neo románticos” [11], pero su facundia obliga al
lector exigente a “bucear” en sus libros para hallar poemas de legítimo valor.
(sic) No es sorprendente, por lo tanto, que Vitier no mencione a Buesa en el
ciclo de conferencias que conforman Lo cubano en la poesía (1,958)
[12], a pesar de que éstas se escribieron durante los años en que Buesa
disfrutaba de mayor popularidad.
Cuando se marcha al exilio en 1,963, la invisibilidad de Buesa en la
Isla se hace casi total. A pesar de que sus versos seguían circulando de
boca en boca, para la crítica oficialista su obra —apolítica, burguesa y
“picúa”— encarnaba los valores de una época superada.
Entre las pocas referencias durante los próximos cuarenta años sobresale
la curiosa entrada en el Diccionario de la literatura cubana (1,980)
[13], que habla de Buesa —quien por esos años residía en la República
Dominicana— en pretérito, como si hubiera dejado de escribir o de
existir: “Poeta que trató fundamentalmente el tema erótico en forma
mimética y externa,…”.
Hay que esperar hasta los últimos años de la década de los 90, tres lustros después de su muerte, para que Buesa vuelva a aparecer en las librerías de la Isla. En 1,997 se publican dos antologías de su poesía, Buesa (Editorial Matanzas) y Pasarás por mi vida (Letras Cubanas).
La primera incluye un halagador prólogo de Carilda Oliver
Labra [14], quien fuera discípula y admiradora de Buesa; la segunda, compilada
por Juan Nicolás Padrón, se destaca por el afán de Padrón en señalar las
deficiencias del poeta [15].
Después de consignar el “misterio” de que Buesa haya vendido más libros que José Martí y Nicolás Guillén, Padrón atribuye su éxito, por una parte, a la captación de la “psicosociología del cubano” y, por otra, a la astucia comercial del poeta (sic), quien fomento —o, al menos, nunca se ocupó en desmentir— los chismes que circulaban en torno al origen anecdótico de sus poemas (el “Poema del renunciamiento”, por ejemplo, se suponía inspirado en su amor por una cuñada).
(…) Cuando
el antologador se pregunta, “¿Por qué publicar la poesía de José Ángel
Buesa?”, la respuesta no podría ser más descalificadora: “¿Por
qué no publicarla?” (p. 12).
Más que un prólogo, Padrón compone un rap sheet, un expediente de infracciones políticas y literarias.
Su título, “Un dulce contraste”, remedo de una frase del “Poema del
renunciamiento”, no sólo mide a la distancia —estética, política— que separa
al antologador del antologado, sino la desproporción entre el éxito de Buesa y
la “pobreza de los resultados artísticos de sus poemas” (sic) (p. 11).
No cabe duda de que la impopularidad de Buesa entre los residentes de
la ciudad letrada, ya que no entre los residentes de ciudades de verdad, se
debe a su cultivo de una poesía del sentimiento.
(…) Ello conduce a que se le dé valor a una poesía anti sentimental,
irónica, a menudo de lectura difícil, que en nada se parece a los versos más
difundidos de Buesa. Ni aventura sigilosa ni enemigo rumor, los
poemas de Oasis no producen ese desconcierto que, según Hugo Friedrich [17],
caracteriza las obras maestras de la lírica moderna. Si Buesa no le
exige a sus lectores destrezas o conocimientos de los que ellos carecen, ellos
no le exigen a él que haga correr ríos que nunca han existido.
Alardoso por naturaleza, tal vez, lo único de lo cual Buesa nunca hizo alarde fue de originalidad. En sus memorias, escritas en 1,976, afirma: “Nunca he pretendido ser original, sino lo menos otro posible, que ya es suficiente pretensión” [18].
Muchos años antes, en el prólogo a Babel, ya había
expresado su indiferencia hacia la novedad: “Jamás me ha dominado la
angustiada preocupación de tener vestidas y peinadas mis Musas a la última
moda. Soy poeta, no modisto ni peluquero. Y la emoción sincera nunca será
inactual” [19].
En este sentido, su poética, ya que no sus poesías, es “neoclásica” antes
que “neorromántica”, pues Buesa no padeció de esa “ansiedad de
influencia” que, según Harold Bloom, marca la obra del poeta moderno. De ahí
la proliferación de epígrafes en sus poemas, huella de su deuda para con sus
precursores, y de ahí también las ocasionales acusaciones de plagio.
Comentando la obra de Bécquer en Año bisiesto, Buesa sostiene que el autor de las Rimas es “un poeta anti cronológico, que se sale de todos los sacrosantos esquemas de nomenclatura poética. Es, en realidad, un romántico rezagado. (…) Estamos en época de anticipación, de clarividencia estética, y semejante ejemplo negativo resulta inaceptable” (p. 63). Al describir a Bécquer, Buesa se retrata. Igual que el poeta sevillano, su audacia consiste en ser un rezagado, “un representante activo de viejas fórmulas poéticas” (p. 4). Y un rezagado que le lleva a Bécquer más de medio siglo de retraso.
Síntoma de su retaguardismo es la antipatía de Buesa hacia el verso
libre —“una variante superflua del poema en prosa” (p. 267)— que lo
llevó a volcar la gran mayoría de sus poemas en metros clásicos. En vez del
pequeño dios de Huidobro, quien ordena y desordena el lenguaje libérrimamente,
Buesa es un “troglodita soñador” [20] que comparte sus vivencias en un
lenguaje transparente. Como señala en Método de versificación [21],
su prurito de perfección formal siempre lo indujo a sacrificar la originalidad
expresiva en favor de “la pulcritud de la versificación”.
Lo que nunca sacrifica, sin embargo, es el propósito de inducir en
sus lectores el “estremecimiento” que, a su parecer, define la
experiencia estética [22].
Una lectura cuidadosa —lectura de profesor, no de chofer— del poema más conocido de Buesa, el “Poema del renunciamiento”, nos permitirá entender mejor el retaguardismo literario en que se funda su buena y mala fama. Es más, al no evitar el lugar común o la metáfora trillada, la poesía de Buesa, en vez de obviar la necesidad de una lectura acuciosa, la solicita. [Personalmente la he sentido. R.]
No es verdad que sólo lo difícil es estimulante; igual de
estimulante puede ser la indagación en lo fácil, en el espesor de las
superficies, sobre todo, cuando detrás de la tan mentada “facilidad” de
Buesa se oculta una práctica de escritura mucho más compleja de lo que se
piensa.
Lo digo sin pena: me gusta la
poesía de Buesa. [A mí también. R.] Y me gusta precisamente
por sus supuestos vicios: la sencillez, la cursilería, el tono menor punteado
por momentos de exaltación, su predilección por los sentimientos caros a
choferes, cocineras y algún que otro profesor de literatura.
Fuente: https://www.cubaencuentro.com/revista/revista-encuentro/archivo/50-otono-2008/leyendo-a-buesa-126983
Muy breve comentario sobre los poetas y las poesías. Que existen muchos poetas y diversas corrientes poéticas, no cabe duda. Sí son mejores unos que otros, depende del gusto de cada quién, de su conocimiento sobre el complejo arte que es la poesía.
Alguien, estimó que Guillén es el poeta nacional de los cubanos. Creo que puede serlo de un tipo de poesía que él, y otros de su época iniciaron: la poesía popular cubana.
Recordemos a “Luis Mariano Carbonell Pullés, más conocido como
Luis Carbonell, [que] fue un declamador, músico y escritor
cubano. Se le conoció también como El Acuarelista de la Poesía Antillana Wikipedia Nacimiento: 26
de julio de 1,923, Santiago
de Cuba, Cuba; Fecha de la muerte: La Habana, 24 de mayo de 2,014;
Nombre de nacimiento: Luis Mariano Carbonell Pullés.” https://music.youtube.com/watch?v=5oGdJp9pGh0
Debiera serlo José Julián Martí Pérez, con sus difíciles Versos Libres, y los cambios sociales de la época actual, no sería justo, para mí, otorgarle un título que no se corresponde, ni él pidió, con los casi dos siglos de su nacimiento.
Tampoco creo que José Ángel Buesa, sea el poeta nacional para las generaciones actuales de cubanos, que poco a nada conocen de su obra. Tal vez, para ellos, lo sea un rapero.
Poetas buenos, muy buenos, hubo entre nuestros cantores campesinos, manejadores de la métrica poética y del arranque provocador. Recuerdo los encuentros duros que el domingo por la noche tenían en la CMQ. Lo heredamos de los canarios. La décima es un arte tan poético como cualquiera otro, pero no corresponde tampoco a Joseíto Fernández, el divulgador mundial de la preciosa Guantanamera.
Más temprano que tarde, volverán “las oscuras golondrinas”, es decir, los poetas verdaderos, los que entienden y comprenden los cubanos, sin dictatums* supuestamente ideológicos. R. *En latín, la palabra "dictatum" se escribe de la misma manera que en español: dictatum. Es un sustantivo neutro de la cuarta declinación, y su significado principal es "lo que ha sido dictado" o "lo dictado".
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