martes, 11 de agosto de 2009

La mujer del César.

Es conocido el episodio donde Julio César repudió a su esposa por una sospecha de deshonestidad. Realmente, más que la infidelidad, lo que obligó al César a repudiarla es que el hecho había ocurrido durante la fiesta en honor de la Dea Bona, una diosa latina de la fecundidad, fiesta sólo reservada para las mujeres romanas, patricias, cuyo secreto fue violado por el supuesto o real amante de Pompeya, la esposa del Julio. No era fácil salir airoso del escándalo, pues Julio César era también el Pontífice Máximo y por tanto no era un asunto privado lo que estaba en juego. César repudió a su esposa, pero lo hizo con la habilidad que lo caracterizó siempre: no la acuso de infidelidad sino adujo para justificar el divorcio: "Porque quiero que de mi mujer ni siquiera se tenga sospecha." Con esta hábil maniobra política, concluyo un incidente que pudo costarle muy caro En España, en estos momentos, algunos debieran demostrar la habilidad de Julio y librarse y librarnos, de los escándalos por acusaciones de corrupción generalizados. No se trata de si lo hecho o lo aceptado, es legalmente punible, sino si es correcto meramente mantener relaciones y/o recibir "regalos" de sujetos con los cuales se tienen relaciones por valor de millones de euros. Menos aceptable, son las conversaciones francamente chulescas mantenidas por algunos personajes con sus "clientes". Aprendamos de la Historia: La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo a todos. C.

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