domingo, 30 de agosto de 2009

De la imposición al ridículo, o la SGAE contra Fuenteovejuna...

De la imposición al ridículo, o la SGAE contra Fuenteovejuna y otras tonterías.

Dijo Don Benito Juárez, El Benemérito de las Américas, “El respeto al derecho ajeno es la paz.” Por este razonamiento he tratado de guiar mi conducta: oír al otro, razonar con él y, si me convence, sencillamente, reconocer su razón. Nunca he creído estar en posición de la verdad, por ello, cuando se comenzó a tratar de que se pagará una cantidad fija (canon) para compensar por su uso a los autores de una obra artística de cualquier especialidad lo encontré lógico, aunque me afectará económicamente.

Además, este principio rige desde hace muchos años y en casi todo el mundo, en relación con las obras musicales trasmitidas por los medios, o editadas para su venta posterior. Hasta aquí nada nuevo. Lo diferente, en España, era extender ese derecho a los aparatos y soportes digitales utilizados con fines privados. En Europa son más de 20 países, además de Canadá los que tienen establecido este cobro, pero hay enorme diversidad en cómo, cuánto y sobre qué se aplica. Además, cada país tiene formas diferentes de asumir este derecho autoral.

En Francia, es una comisión administrativa la que determina qué materiales pagan y a cuánto ascienden las tarifas. Integran la comisión representantes del Estado, de los titulares de los derechos, de los fabricantes y de los consumidores. En España, al no llegar acuerdos productores y perceptores de derechos, fue el Gobierno quién fijó las cuantías y determinó a qué medios correspondía aplicarlos.

Alemania, pionera en la implantación del canon, tiene uno fijo sobre los discos duros, quedando exentos los aparatos y materiales cuyo uso para copiar sea inferior al 10%. Además y muy importante, el pago no puede superar el 5% del precio de venta del aparato o material.

En Noruega, se admite la copia para uso privado del consumidor y la forma de compensar al autor es simple: una subvención anual del Estado a distribuir entre los autores.

En Finlandia, el Ministro de Educación fija las tarifas del canon, decide qué organización se encarga de su recaudación y también cómo se distribuye el dinero entre los autores. Finlandia NO grava ordenadores, consolas de vídeo-juegos ni teléfonos móviles. Desde 2006, se excluye de la tasa el cobro a móviles y ordenadores. También están exentos de pago los CD y DVD para uso profesional.
En España, el gobierno directamente, determinó, mediante la Ley de la Propiedad Intelectual, que cualquier aparato y soporte idóneo para reproducir contenidos protegidos puede estar sujeto al canon. Para fijar la cuantía se valora el perjuicio causado, el grado de uso y su capacidad de almacenamiento. ¿Cuál es la cuantía estimada de estos cánones? Las cifras varían entre 2,000 y 500 millones, según quien las defienda o ataque.

Como en estas tierras las cosas han ido tan bien para la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), se ha pedido que se cobre también un canon (20 céntimos), nada menos y nada más, que SOBRE CADA PRÉSTAMO QUE REALICE UNA BIBLIOTECA. En el caso de las bibliotecas públicas (96% municipales), el costo sería asumido por el Estado, es decir, por todos los españoles indirectamente. No basta que se haya pagado un canon al comprar el libro, no, hay que volver a pagar por cada nueva lectura del mismo. ¡Joder! ¡Hay que tener agallas!

Por si fuera poco el yantar de la SGAE, están exigiendo a restaurantes y cafeterías el pago de derechos, no por la música ofrecida en sus locales, sino SEGÚN SU SUPERFICIE. Hasta el presente, los bares pagaban entre 16-18 euros mensuales, ahora les piden entre 70-90.

Pero no crean que la SGAE es voraz, tragona, implacable: no. Recientemente la Sociedad anunció que “esta dispuesta a negociar un sistema de tarifa plana para que los internautas puedan descargarse canciones”, aunque precisó su vocero que “con una porción mayor de beneficio, alta y no cómo la que se ha ofrecido hasta ahora.” Deja, no me defiendas compadre.
Donde las cosas se han puesto al rojo vivo, es con la pretensión de la SGAE de cobrar a los municipios por las representaciones, adaptaciones casi siempre, de las obras que incluyen en sus fiestas tradicionales y centenarias.

El Alcalde de Fuenteovejuna se niega a pagar 24 mil euros y todo el pueblo con él. Si, pero no debe ser Fuenteovejuna una, sino todos debemos ser uno con ellos pues: ¿por qué tenemos que pagar un canon por comprar una cámara para nuestro uso familiar, o por un disco duro para el ordenador, o una fotocopiadora para las cuatro cosas que escaneamos? ¿La SGAE es otro gobierno que impone impuestos según su leal saber y entender, o el Gobierno lo hace para y por la SGAE? Defender la cultura, la educación, la intelectualidad poco o nada tiene que ver con este hacer y acontecer que sí perjudican moral y económicamente a la Sociedad en su conjunto, pues todos somos Fuenteovejuna. (Fuentes: El País, 20 Minutos, Ciberpaís, datos propios.)

Ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio. Es humana costumbre, lo que dice el refranero. Somos críticos con pequeños o medianos defectos de otros y los propios pocas ocasiones los reconocemos y menos públicamente. Digo esto por un hecho reciente: un preso es enviado a España desde otro país para ser juzgado aquí. No se acompañan con la persona los documentos probatorios de los delitos de que es acusada,- ciertamente que no es un error venial-, y, como consecuencia de esta omisión, el juez español se ve obligado a disponer la libertad del detenido, creándose la correspondiente trifulca entre defensores y opositores del susodicho preso, más la intervención de los GEOS o sus similares. Resultado: palos y detenidos. Nada: un escándalo totalmente innecesario si se hubiera actuado conforme a la Ley.

Pero lo curioso del caso es que todos los medios de comunicación, sin excepción, señalan y destacan el error cometido por los franchutes, pero ni uno pregunta y se pregunta: ¿Y el funcionario o funcionarios españoles que recibieron al detenido, no estaban en la obligación de verificar y comprobar que la entrega se cumpliera conforme a la Ley y con todos los requisitos del caso, más siendo una extradición? ¿Quién o quiénes de la parte española debe recibir, al menos, un tironcito de orejas? ¿Por qué esta parcialidad manifiesta: patriotismo informativo, auto censura o simple falta del deber de ser objetivo y de informar al ciudadano común y corriente?
No es este el único caso de pecado por omisión. Así no se cumple la función de informador, es decir, periodista.

Poesía: Esta es de la periodista, narradora y poetisa cubana Rosa Hilda Zell Peraza (1910-1972). Es la expresión resumida de su vida y de su muerte.
Para leer sobre mí tumba.
Oh Madre Tierra, escucha:
te devuelvo una vida que no supo
de miedo ni esperanza, ebria de lucha;
en la que todo cupo,
y a la que nada humano le fue extraño.

Si la tocó el dolor, es cuenta mía;
yo quiero ahora recordar tan sólo
la dulce plenitud de cada día:
la cópula del sol y la gota de agua
en la punta de una hoja tiembla, pero no cae;
el rojo terciopelo de la fragua
cuando el fuego muere, terminada
la ciclópea jornada;
de la parda cebolla la cáscara iriscente,
y el rostro bueno de la humilde gente.
Todo esto vi, todo esto amé, todo esto,
¡Oh Madre Tierra, escucha! – todo esto fue mío,
y mucho más también. Si hoy, en el gesto
con que te lo devuelvo, no hay desvío
ni pesar, tú no pienses que es por no haberlo
(amado:
es porque sé mi plazo terminado
y me hundo en el no ser sin miedo ni esperanza.

No hay Dios, no hay otra vida
sino ésta de la carne, y no le alcanza
al hombre lo que de él en tus retortas
puedas hacer después. El hilo cortas
del pensar y el sentir, cuando vencida
nuestra hora, nos llamas,
y ya nada nos toca. Tú sí amas
tu obra: por igual, uno por uno.
la misma paz a todos. No juzgas a ninguno:
para ti somos algo con que hacer otra vida,
y nada más. Un poco de material humano,
no demasiado bueno para hacer un gusano.

¡Oh Madre Tierra, escucha! Tu me diste
ese viejo afán mío de avasallar las cumbres,
y por eso, quizá, fui un poco triste.
Ahora, ya no importa. Ya las lejanas lumbres
de los astros no vibran para mí como un grito
de ingente desafío: no habré de conquistarlas,
pero no importa. Escucha:
ahora yo también soy un poco el infinito.

Te devuelvo mi vida, ebria de lucha.
Gracias por todo: fue una buena vida.
Y si con este material humano
formas el cuerpo fofo de un gusano,
o los pétalos blancos de un narciso,
u otra vida, talvez, como mi vida,
me es igual. Ya mi hora está vencida:
en el no ser me hundo sin un grito,
y soy al fin un poco, - ¡también yo! – el infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario