viernes, 21 de agosto de 2009

Lo perfecto es enemigo de lo bueno; Cuando la gente no tenemos razón.

“Lo perfecto es enemigo de lo bueno.”

Tengo un amigo que constantemente me recordaba esa afirmación. Tenía y tiene razón: la búsqueda de la perfección es infinita, por aproximaciones. Los antiguos artistas chinos,- los modernos son más pragmáticos-, dejaban siempre un pequeño detalle sin terminar: una pincelada de más o una esquirla en precioso plato o adorno de porcelana, jade o lo que fuera. Su razón: lo que haga el Hombre no puede alcanzar la perfección. Aunque no me convencen sus razones, las de mi amigo sí: cuando algo es bueno, de lo que se trata es de mejorarlo poco a poco y mientras eso ocurre, aplicarlo a la Vida, la que se encargará, en última instancia, de decidir qué es bueno y qué debe ser mejorado, aunque no se logre la perfección.

Esta reflexión la tengo presente cada vez que tengo que ir a un hospital, una biblioteca o cualquier centro donde se soliciten mis datos: personales, médicos, culturales, etc.
Recientemente ingresé en el Cuerpo de Guardia de un hospital, donde además me atiendo de otras dolencias. Nombre, apellidos, dirección, teléfono, etc., fueron solicitados en la recepción. El médico de turno pidió los de las medicinas que tenía indicadas, a cuáles era alérgico, padecimientos anteriores y así un largo etcétera que ya estaban en el ordenador del especialista de ese mismo hospital. Si tienes que ir a cuatro especialidades, en cada una se repite la historia y si eres atendido por alguna causa en uno diferente, lo mismo de lo mismo.
Lo gracioso es que existe en el hospital un sistema informatizado que ha costado miles de euros en equipamiento y programas, pero no esta integrado. Un detalle que cuesta miles de horas de un personal de alta calificación, empleado en repetir lo que ya existe y que, además, impide atender mayor cantidad de enfermos. Adicionalmente, fíjense que los médicos, como casi todos los profesionales, escriben con dos dedos y aunque lo hagan rápido, esto implica otros miles de horas perdidos por no enseñar algo tan sencillo como mecanografía, o dar créditos por conocerla,- como se hace con el dominio de otro idioma-, cuando se realiza un concurso-oposición de cualquier especialidad de nivel superior.

Si vemos el mismo asunto en el Ambulatorio, la historia se repite, con el agravante de consumir un turno para que nos extienda el médico las recetas de las medicinas que nos han sido indicadas para un período prolongado, por él o por los especialistas. Esto significa que un paciente menos se podrá atender, que se gastará papel y consumibles de la impresora en las recetas, las que, para que no falte algo, tienen dos partes: una para la farmacia y la nuestra para romperla y tirarla. ¡Nada: que somos ricos, joder! ¡Qué crisis ni que ocho cuartos!
¿Por qué no esta enlazado el ordenador del médico del ambulatorio con uno instalado en la farmacia, donde esta receta repetitiva este limitada su validez, digamos, a un año? Lo perfecto sería que todo el sistema a nivel nacional y si se quiere, europeo, estuviera entrelazado informáticamente, pero ¿no podemos hacerlo en cientos de pequeñas poblaciones, donde existen una o dos farmacias, directamente con el ambulatorio? No sería lo perfecto, pero sí lo posible de inmediato: lo bueno, bonito y barato, como dice una canción cubana.
Otra cuestión es la de las historias clínicas: su historial médico. He sido atendido en cuatro hospitales y tres ambulatorios. ¿Qué ocurre con ese historial, que ha costado miles de euros, en TAC, ecografías, radiografías, analíticas, etc., etc.? ¿Qué ocurre con el de cada uno de nosotros? Almacenados durante cinco años y a su término, si la atención al paciente no los ha requerido, a destruirlos. Se pierde el seguimiento de años del sistema nacional de salud pública de los españoles y eso es un crimen. Sería deshonesto si dijese que tengo la menor idea de cómo lograr la unificación de las historias clínicas, pero aquí sobran personas capacitadas para idear, no un sistema perfecto, pero si uno que funcione medianamente bien y evite la perdida de datos vitales, y nunca mejor dicho.
Algo parecido ocurre con nuestra identificación: tengo una para la Seguridad Social, otra para la Biblioteca, otra para el Centro de la Tercera Edad, otra para el Permiso de Conducción, otra para la Historia Clínica, otra para el Abono de Transporte, otro y otro y otro… ¿Para qué, entonces, existe el Documento Nacional de Identificación, nuestro NIF o DNI, según lo nombren? ¿Por qué todas diferentes y para qué? Para confusiones, perdidas, duplicidades, gastos de tiempo y dinero y porque Estado ni Autonomías han invertido,- y aplicado-, lo que organizadores profesionales saben hacer y hacen en las empresas. Que no nos guste, bien; que tenga un tufillo de control tipo Gran Hermano, cierto, pero de todas formas la Sociedad necesita para su vida diaria la identificación segura de sus ciudadanos, por tanto, ¿Por qué no se utiliza como número único para todos los documentos el DNI?

Aquí les dejo pensando. Si se les ocurre algo, envíenlo a cada uno de los responsables del funcionamiento, bueno aunque no perfecto, de la administración pública.
“Cuando la gente no tenemos razón.”

Ser escritor, significa que escribes y poco más. Son escritores los periodistas, cronistas, narradores, cuentistas, poetas y poetisas (¡que chusco suena!), etc. Se puede ser un excelente periodista y un mal cronista o pésimo poeta/poetisa. Son géneros diferentes y no estamos obligados a ser buenos en todo. Gabriel García Márquez me agrada más como reportero que como escritor. Sé que difiero del gusto mayoritario, pero ese es el mío y tal vez el de García Márquez, aunque el oficio que practicó de joven no le hubiera dado un Nobel. Mi cronista preferido es Javier Marías, por cuya sección comienzo a leer El País Semanal y de donde proviene el título de este apartado.

Resulta que ha decidido ir a Cuba, a cantar, un colombiano, Juanes, del cual ignoro todo, salvo la protesta airada de cubanos en el exilio por el hecho y el apoyo de otros cantantes extranjeros a la “visita” de Juanes, además y para que se caigan de culo, Hillary Clinton aplaude el hecho. ¡Ver para creer, dicen que dijo Santo Tomás!

Tanto la prestigiosa BBC como Radio Nederland, se han hecho eco del tremendísimo suceso y de ellos extraemos estos datos. Para comenzar, la escritora cubana Zoé Valdés, exiliada en París, le dice al cantante Miguel Bosé que no participe en el concierto y le explica que el cantautor Silvio Rodríguez es "uno de los personajes más siniestros del castrismo".
Para no andarse por las ramas, esta intelectual es la misma que declaró hace poco: "no estoy de acuerdo con los golpes de estado en estados democráticos, pero en países como esos de 'América Letrina', donde el comunismo está cogiendo fuerza, me parece muy sensato que el ejército se levante". Para seguir la rima, diremos que Olga Tañón,- no sé quién es-, duda de su participación; Rubén Blades aplaude la decisión; Paquito D´Rivera,- el mejor trompetista del mundo en mi tiempo-, la califica de absurdo y a Rey Ruíz le convence la idea. “El domingo 20 de septiembre es la fecha señalada para la presentación, por vez primera, del músico Juanes en La Habana. El culebrón político esta armado.” Dice Pablo Gómez en su crónica de Radio Nederland.

El intelectual apoyo a golpes de estado en la América Letrina de la señorita Valdés no corresponde valorarlo aquí: hacedlo vosotros y, casi seguro, estaré de acuerdo. Lo que sí me pregunto es en nombre de qué democracia, de cuáles derechos, de qué perspectiva política, de cuál visión de futuro para Cuba, se adoptan estas posiciones contrarias a la apertura, al dialogo y al intercambio cultural, intelectual, y social. Dice la dialéctica, que los opuestos se encuentran; expresado de otra manera: el arte de discutir, de razonar lleva a un cambio, a una nueva realidad diferente de las enfrentadas. ¿Cuál es la diferencia con el exilio puro y duro miamense, si la hay, a qué artistas radicados en Cuba expongan su arte allí? La democracia social no es vía de un solo sentido y la lógica política exige aperturismo entre todos y para con todos, tal como pidiera el Apóstol.
Por mi parte, preguntaré a mis hijos qué tal, como cantante es Juanes y Olga Tañón. Por lo demás digo, parafraseando a Javier Marías, crónica que recomiendo a todos, “La Gente no tenemos siempre la razón. La razón es de la paz, del progreso, del tiempo, que todo lo pone en su lugar.” ¡Que cante Juanes y que lo haga bien; que Silvio diga lo suyo en la Calle 8, rancio centro de concentración de lo mejorcito del exilio histórico de Miami, aunque nadie esta obligado a ir a oírlo y menos a aplaudirlo!
Cuento: El perro amarrillo. Narrado por Ernesto González Puig, Pintor. Santa Clara y recopilado por el etnógrafo, cuentista y profesor Samuel Feijoó, en su libro “Cuentos Populares Cubanos.”

“Este era un hombre que tenía un perro muy bonito y lo sacaba a pasear porque estaba encariñado con el perro.
Pero una vez se encontró por la calle con un hombre que tenía un perro feroz y grandísimo. Este llegó a donde estaba su perrito y se lo desbarató de dos mordías.
El hombre no dijo nada y se quedó triste, pero preparó su venganza.
Y un día salió con otro perro, uno amarillo, sujeto de su soga, a pasear con él. Y vino el otro hombre del perro asesino que mataba a todos los perros del barrio y le dijo:
-¿Y ese perro grande amarillo que traes? ¿Qué clase de perro es? El mío te lo va a matar en un segundo.
Y se lo soltó, y el perro amarillo de un manotazo y una mordía mató al perro asesino. Y todo el mundo se quedó azorado viendo cómo rápidamente el perro amarillo se la había arrancado al perro asesino.
Y el hombre se fue de lo más contento. Pero a los pocos días vino un señor muy bien plantado a comprarle el perro vencedor.
-Le doy lo que usted me pida. Necesito ese perro que usted tiene… Yo soy peleador de perros y con ese suyo robo…
-¿Qué perro?
Y el comprador le dijo:
-Ese que usted tiene…
Y el hombre le respondió:
-¡Compadre, ese no es perro! ¡Es un león pelao! ¡Lo tuse para desquitarme la muerte de mi perrito!”









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